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jueves, 26 de abril de 2012

Biografía de los Reyes Católicos

El título de Reyes Católicos fue concedido a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. Eran hijos de Juan II de Castilla y de Juan II de Aragón.
La princesa Isabel desafió a su hermanastro, Enrique IV, dejándose proclamar heredera del Trono.
Isabel se casó con el príncipe heredero de Aragón, Enrique IV se opuso a aquel enlace y desheredó a Isabel en favor de su hija Juana, la Beltranejal.
Cuando Enrique murió, en 1474, Isabel se proclamó reina de Castilla, pero los partidarios de Juana, apoyados por Portugal, se resistieron, desencadenando la Guerra Civil castellana de 1475-79. Aquel mismo año Fernando fue proclamado rey de Aragón, por la muerte de su padre.
El matrimonio de los Reyes Católicos unificó por primera vez la Corona de Castilla y la Corona de Aragón, pero cada reino mantuvo su personalidad diferenciada hasta la aparición de España como Estado nacional en el siglo XIX.
Los Reyes Católicos intentaron unir toda la peninsula mediante enlaces matrimoniales de sus hijos con príncipes portugueses, todos fracasaron por fallecimientos prematuros.
En cuanto al último territorio musulmán que quedaba en la península Ibérica, el reino nazarí de Granada, los reyes impulsaron la Guerra de Granada (1480-92).
Una vez finalizada la reconquista impulsaron la penetración en el norte de África, concluyendo la conquista de las Canarias  y estableciendo bases en Mazalquivir, Orán, Bugía, Argel y Trípoli; por otro lado, protegieron a Colón en su intento de buscar una ruta marítima hacia Asia por el oeste, dando lugar al descubrimiento de América (1492).
Cuando murió Isabel en 1504, Fernando pasó a ejercer la Regencia en Castilla en nombre de su hija Juana I; pero su mal entendimiento con su yerno, Felipe I, le obligó a retirarse a sus reinos en 1506. La muerte de Felipe I y la incapacidad por enfermedad mental de Juana I permitieron que don Fernando volviera a ocuparse de la Regencia de Castilla en 1507, en nombre de su nieto Carlos I.
Al morir don Fernando, legaba a Carlos I un conglomerado de territorios que se mantendrían unidos durante siglos formando la Monarquía española: los reinos de la Corona de Castilla, la de Aragón (con Cataluña, Valencia y las Baleares), Navarra (hasta los Pirineos) y Canarias, con proyecciones hacia Italia (Nápoles, Sicilia y Cerdeña), América y el Magreb.

jueves, 19 de abril de 2012

CATEDRAL GÓTICA

La Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y de San Frutos de Segovia, conocida como la Dama de las Catedrales por sus dimensiones y su elegancia.

POEMA DE ARCIPRESTE DE HITA

De cómo el Açipreste fue enamorado e del enxienplo del ladrón e del mastín

Como dize el sabio, cosa dura e fuerte
es dexar la costunbre, el fado e la suerte;
la costunbre es otra natura, çiertamente:
apenas non se pierde fasta que viene la muerte.

E porque es constunbre de mançebos usada
querer sienpre tener alguna enamorada,
por aver solaz bueno del amor con amada,
tomé amiga nueva, una dueña ençerrada.

Dueña de buen linaje e de mucha nobleza,
todo saber de dueña sabe con sotileza,
cuerda e de buen seso, non sabe de vilAleza,
muchas dueñas e otras, de buen saber las veza.

De talla muy apuesta e de gesto amorosa,
loçana, doñeguil, plazentera, fermosa,
cortés e mesurada, falaguera, donosa,
graçiosa e donable, amor en toda cosa.

Por amor d'esta dueña fiz trobas e cantares,
senbré avena loca ribera de Henares;
verdat es lo que dizen los antiguos retráheres:
¡Quien en el arenal sienbra non trilla pegujares!

Coidando la yo aver entre las benditas,
dávale de mis donas, non paños e non çintas,
non cuentas nin sartal nin sortijas nin mitas,
con ello estas cantigas que son deyuso escriptas.

Non quiso reçevirlo, bien fuxo de avoleza,
fizo de mí bavieca; diz: ¡Non muestran pereza
los omnes en dar poco por tomar grand riqueza;
levadlo e dezidle que malmercar non es franqueza!

Non perderé yo a Dios nin al su paraíso
por pecado del mundo, que es sonbra de aliso;
non soy yo tan sin seso, que si algo he priso,
quien toma dar deve, dízelo sabio enviso.

Ansí conteçió a mí con la dueña de prestar,
como conteçió al ladrón que entrava a furtar,
que falló un grand mastín; començóle de ladrar;
el ladrón, por furtar algo, començóle a falagar.

Lançó medio pan al perro, que traía en la mano:
dentro ivan las çaraças, varruntólo el alano;
diz: ¡Non quiero mal bocado, non serié para mí sano;
por el pan de una noche non perderé quanto gano!

Por poca vïanda que esta noche çenaría,
non perderé los manjares nin el pan de cada día;
si yo tu mal pan comiese, con ello me afogaría,
tú furtarias lo que guardo e yo grand traiçión faría.

Al señor que me crió non faré tal falsedat,
que tú furtes su thesoro que dexó en mi fealdat:
tú levarías el algo, yo faría grand maldat;
¡vete de aquí, ladrón, non quiero tu poridad!

Començó de ladrar mucho, el mastín era mazillero;
tanto siguió al ladrón que fuyó de aquel çillero.
Así conteçió a mí e al mi buen mensajero
con aquesta dueña cuerda e con la otra primero.

Fueron dares valdíos, de que ove manzilla;
dixe: ¡Uno coida el vayo e otro el que lo ensilla!
Redréme de la dueña e creí la fablilla
que diz: ¡Por lo perdido non estés mano en mesilla!

Ca, segund vos he dicho, de tal ventura seo
que, si lo faz mi signo o si mi mal asseo,
nunca puedo acabar lo medio que deseo:
por esto a las vegadas con el Amor peleo.